Perros

Hace aproximadamente 15.000 años, los hielos que cubrían gran parte de Europa y Asia empezaron a retroceder debido a un calentamiento global. Naturalmente, esto supuso un gran cambio para todos los seres vivos. Para los humanos no fue un mal cambio. La retirada de los hielos permitió una expansión hacia el Norte de las poblaciones que habitaban justo en los bordes del cinturón de hielo, tales como las del sur de Francia y la Cornisa Cantábrica. Al mismo tiempo, el alargamiento de la estación favorable pudo contribuir a que se formaran asentamientos humanos más o menos permanentes en Europa y Asia. Cabe pensar que este cambio también traería nuevos retos a nuestros antecesores. Por ejemplo, las grandes migraciones de mamíferos, como el caribú, probablemente sufrirían grandes alteraciones, privando a los humanos de un recurso importante y seguro. Por lo que sabemos, fue en aquella época y en algún lugar del Asia Central donde se produjo la domesticación del perro. No podemos estar completamente seguros, pero nuestra mejor hipótesis para explicar lo sucedido se basa en que una población de lobos se domesticó a sí misma, al tratar de aprovechar el alimento de los vertederos humanos.

Los asentamientos humanos semi-permanentes constituían también un vertedero semi-permanente, lo cual debería ser una tentación para animales hambrientos. El lobo es un cazador social, capaz de adaptarse a numerosos hábitats. Es fácil imaginar que estos animales estuvieran siempre merodeando cerca de los poblados a la espera de ‘pillar’ algo de comida. También es fácil imaginar que los humanos los mantuvieran a raya. Los lobos son animales muy agresivos y la convivencia con humanos resulta francamente difícil. En la actualidad, los lobos que viven en cautividad son manejados por cuidadores especializados; los lobeznos tienen que acostumbrarse a la presencia humana antes de que el cachorro abra los ojos, o de otro modo jamás tolerarán su presencia; y a pesar de ello, los cuidadores de lobos siempre tienen alguna cicatriz. En definitiva, no resulta plausible la idea de que algún cachorro de lobo pudiera ser ‘adoptado’ por una tribu humana. A las pocas semanas, la ‘bolita’ de pelo se transformaría en una bestia peligrosa. Las cosas tuvieron que ocurrir de otro modo.

La hipótesis más probable[1] es que una población de lobos comenzara a especializarse en obtener alimento preferentemente de los vertederos humanos, dejando la caza en segundo plano. El proceso es en realidad bastante lógico. Sabemos que la mayoría de los lobos son agresivos y huidizos, pero es razonable pensar que este rasgo presente cierta variabilidad; es decir, algunos lobos serán más confiados y menos propensos a huir. Éstos tendrían alguna ventaja a la hora de aprovechar la comida en los vertederos. Un lobo confiado tarda más en salir huyendo, y cuando lo hace corre menos tiempo, lo cual le hace mucho más eficaz a la hora de aprovechar ese tipo de alimento. En definitiva, la personalidad ‘huidiza’ es buena para el lobo ‘cazador’, ya que disminuye la posibilidad de ser cazado, pero es mala para el lobo `basurero’, ya que disminuye la posibilidad de aprovechar una buena fuente de comida. En esas condiciones, algunos lobos fueron haciéndose más y más mansos, por un proceso de selección natural (o casi natural); y así ocuparon un ‘nicho ecológico’ nuevo asociado al hombre. Una vez iniciado, el proceso no tenía marcha atrás. El lobo basurero sólo podía extinguirse o domesticarse.

En esta primera fase de domesticación, podemos suponer que el tipo de asociación entre lobo y hombre era lo que los biólogos denominan comensalismo. El lobo se beneficiaba y al humano no debía afectarle ni para bien ni para mal. Aunque se trata de una hipótesis, tenemos bastante evidencia indirecta que la apoya. En primer lugar, los estudios de ADN sugieren que la domesticación tuvo lugar justo al final de la glaciación, hace unos 15.000 años, y que ocurrió probablemente en Asia Central. Estos estudios también sugieren que la domesticación ocurrió una sola vez, ya que todos los perros modernos parecen descender de una pequeña población de lobos. Otro dato: los perros del continente americano descienden del mismo tronco que los europeos y no de poblaciones de lobos americanos. Esto significa que cuando se produjo la colonización de América por poblaciones humanas procedentes de Asia, éstas llevaron consigo a ‘sus’ perros.

Otra línea de evidencia que apoya esta hipótesis se basa en los fascinantes experimentos del científico ruso Dimitri Belyaev[2]. Durante casi 100 años, los zorros han sido criados en Rusia en condiciones de semi-libertad con objeto de aprovechar su piel. Es bien sabido que el zorro es un animal huidizo y que se adapta mal a la cautividad, donde presenta frecuentemente conductas agresivas o ‘psicóticas’. Por ello, Belyaev inició un experimento de ‘Mejora Genética’encaminado a seleccionar zorros más dóciles y manejables. Esto no resultó difícil, ya que algunos animales manifestaban inicialmente estas características. Tras 18 generaciones, Belyaev logró en efecto, una estirpe de zorros marcadamente mansos; los cuales no huían del hombre, sino que recibían a sus cuidadores ¡moviendo la cola! No obstante, los zorros mansos exhibían una serie de características adicionales. Por ejemplo, tenían frecuentemente ‘manchas’ y ‘pintas’ blancas, tenían las orejas caídas, emitían sonidos perrunos e incluso, respondían a su nombre. Además, el estro no se ajustaba a las estaciones, por lo que podían reproducirse en cualquier época del año. Parece probable que todas estas características sean una consecuencia indirecta de la selección por el carácter ‘mayor mansedumbre’. Más aun, los zorros ‘mansos’ tenían niveles más altos del neurotransmisor serotonina[3]. Esta molécula puede inhibir algunos tipos de agresión y los niveles de serotonina son más altos en el cerebro de los individuos (humanos) que están tomando el fármaco antidepresivo Prozac. Es cierto que el zorro es una especie diferente al lobo, pero el paralelismo no deja de sorprendernos.

La última prueba indirecta de esta hipótesis la tenemos delante de nuestras narices. Basta con observar nuestro entorno inmediato para percatarnos que muchas especies de animales están acostumbrándose a aprovechar la comida de los vertederos humanos; y cuando esto ocurre las poblaciones de estas especies suben como la espuma. Por ejemplo, las gaviotas se han convertido en habituales en grandes zonas de la Meseta Central en España. En contra de la popular canción de Joaquín Sabina, ser una gaviota en Madrid es un hecho corriente, de hecho hay muchísimas en invierno. Probablemente, lo mismo ocurre con el espectacular aumento de la cigüeña blanca y el milano real.

De la primera asociación perro-hombre, de tipo comensal, se debió pasar a una asociación ‘mutualista’, donde ambas partes se vieran beneficiadas. Es posible que la primera contribución del perro/lobo al bienestar del poblado consistiera en actuar como ‘centinela’ ya que alertaría con sus ladridos/aullidos de la presencia de otros animales. Aunque no sabemos cómo ocurrió, es un hecho que los perros han sido seleccionados en todas las culturas humanas, con objeto de servir específicamente para diversos fines: perro pastor, perro de trineo, perro de caza, etc. El escritor romano Catón nos describe, hacia el año 150 AC, las cualidades ideales que debe tener un perro guardián. Es perfectamente posible que este proceso de selección ocurriera de forma inconsciente por parte de los humanos, ya que hace miles de años, no sabíamos que la ‘conducta’ pudiera heredarse genéticamente.

Hay que destacar pues, que el perro ha sido sometido a un proceso extraordinario de ‘manipulación genética’, y esta selección se ha producido sobre características morfológicas y también [4]de conducta. Ningún otro mamífero ha sido sometido a un ‘experimento’ similar. El estudio de razas seleccionadas para exhibir determinadas conductas podría enseñarnos algunas cosas sobre las complejas interacciones entre genes, ambiente y comportamiento. Por ejemplo, los pointer tienen un rasgo distintivo, denominado “parada”: el animal que detecta una presa se queda inmóvil, en una pose característica, indicando al cazador en qué dirección debe apuntar. Este rasgo se hereda genéticamente; está grabado de alguna forma en el circuito neuronal del animal y no puede ser aprendido. Sólo cuando un animal exhibe la “parada” puede el adiestrador refinarlo mediante entrenamiento. Los criadores y aficionados a los perros están familiarizados con el hecho de que el ‘carácter’de los animales se hereda genéticamente y que existen razas con distintos temperamentos. Todo el mundo sabe que la mayoría de los ‘golden retriever’ son afables y los ‘pitbull’ no.

Este post esta dedicado a mi querido Argo (en la foto).


[1] Coppinger, R. and Smith, C.K. (1983) “The domestication of evolution” Environ.Conser.10:283-292

[2] Belyaev, D.K. (1979) “Destabilizing selection as a factor in domestication” J. Hered. 70:301-308

[3] Popova, N.K., Voitenko, N.N., and Trut, F.N. (1975) “Changes in serotonin and 5-hydroindolacetic acid content in the brain of silver foxes under selection for behavior” Proc. Acad.Sci. USSR 233:1498-1500

[4] Frank, H. and Frank, M.G. (1982) “On the effects of domestication on canine social development and behaviour” Appl. Anim. Ethol. 8: 507-525

9 comentarios en “Perros

  1. De nuevo magnífica entrada. Me ha sorprendido lo de los zorros. El otro gran proceso de «manipulación genética» en la historia de la humanidad han sido las abejas. Valdría una entrada por sí misma 🙂

  2. Gracias. La verdad es que no puedo dedicarle mucho tiempo al blog estos dias. Estoy en Madison, Wi pasando una temporada en un laboratorio de bioinformatica y tratando de aprender algo de programacion.
    Un saludo

  3. ¡Anda! Justo algo de mi tercio. Pues nada, valor y al toro. Ya nos contarás la experiencia. Saludos.

  4. «Una vez iniciado, el proceso no tenía marcha atrás.»

    Una frase que lo dice todo en la vida (y en la materia) y que debería ser profundamente asumida por la filosofía y que hay que tener en cuenta como si fuera (que no lo es) un axioma.

  5. ¿Me estas diciendo que el pull de genes de una especie puede variar de un lobo hasta un chihuahua en 15000 años? Ahí tiene que haber también mutación, porque pocos genes en comun pueden tener uno con el otro. Y otra cosa que no me explico esque de todas las razas de perros, todas sean «cruzables» entre ellas por muy dispares que sean, y que ninguna pueda con el lobo que es un antecesor común.
    Cuando vuelvas de las vacaciones contesta, por favor!
    Y lo de siempre, que enhorabuena por el blog; Da gusto leerte.

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