Mind the Gap (crónicas desde UW-Madison)

El viernes 13 (un mal día para subirse a un avión) volví a Madison, después de una visita realmente intensa en la Universidad de Cornell (en la foto). El programa que me habían preparado no me dejó ningún tiempo muerto. Acabé agotado, aunque bastante contento con la positiva reacción ante el trabajo que estamos haciendo.


El artículo que quiero comentar apareció hace pocas semanas en Science y trata del controvertido tema de las diferencias de género y de las posibles explicaciones (biológicas/culturales) sobre éstas. Tratar este tema me ha costado más de un disgusto. Me parece importante recordar que la “filosofía fundacional” de este blog no es favorecer las explicaciones biológicas respecto a las de tipo cultural/social, sino tratar de examinar los datos y ver si podemos concluir algo o no (generalmente, no).

El artículo en cuestión (cuyo enlace incluyo aquí: mind_the_gap ) parte de lo que se ha llamado el “mathematical gap” (en adelante MG): el hecho de que los chicos tienden a tener mejores resultados en matemáticas que las chicas, y las posibles explicaciones a esto. En contraste, existe el “verbal gap” (en adelante VG): el hecho de que las chicas obtienen mejores puntuaciones en tareas relacionadas con el uso del lenguaje. Los autores se basan en los datos del famosísimo estudio PISA que compara resultados de escolares en un buen número de países.

El “mensaje” fundamental del artículo es que, si bien es cierto que el MG existe en algunos países, éste es mucho mayor en países con mayor grado de desigualdad entre géneros. Por ejemplo, en Turquía la diferencia en matemáticas es considerable (a favor de los chicos), mientras que en Islandia, ellos puntúan ligeramente por debajo que ellas. Los autores encuentran que existe una correlación matemática entre el “gap” y el grado de “desigualdad de género”, para el cual existen índices elaborados para los diferentes países.

En cambio, cuando los autores se fijan en el VG, las cosas son completamente diferentes. Las chicas tienen mejores puntuaciones en “comprensión de lectura” incluso en Turquía; cuando nos vamos a los países escandinavos, la diferencia a favor de éstas es astronómica. Los autores acaban concluyendo que el MG, atribuido (según los autores) a causas biológicas, se debe en realidad a condicionantes sociales.

Me gustaría hacer énfasis en que no tengo ninguna hostilidad a priori en contra del artículo y sus conclusiones, y que en el ambiente académico en el que vivo me he encontrado con tantas mujeres intelectualmente brillantes que no creo (honestamente) que tenga ningún problema con esto. Sin embargo, discrepo algo con las conclusiones del artículo.

En primer lugar, los resultados de exámenes, como es el caso de los datos del informe PISA, no parecen un buen material para hacer inferencias sobre las posibles causas de las diferencias de género que se observan. La razón es sencilla. Para sacar buenas notas, la capacidad intelectual es seguramente importante, pero en modo alguno es la única variable importante. Para ser buen estudiante hacen falta otras cosas, como motivación, disciplina y un cierto grado de “aceptación del sistema”. Todas estas cosas están (seguramente) condicionadas por factores sociales y biológicos. De aquí que se hayan empleado los resultados de los tests y no los resultados académicos en este tipo de estudios. Los tests no son perfectos, pero al menos los psicólogos llevan varias décadas esforzándose en encontrar “preguntas” que sean independientes del contexto cultural. No es demasiado sorprendente que un “mal estudiante” tenga una puntuación alta en un test. Pero es muy difícil aprobar un examen de –digamos- Historia sin haberse estudiado la lección.

Con todo, esto no elimina la principal conclusión del artículo. Que el MG desaparece cuando nos movemos desde países tradicionalmente poco igualitarios a otros más avanzados en este sentido. Sin embargo, lo que argumentaban los psicólogos evolucionistas no era que las mujeres fueran peor en matemáticas sino que el “talento matemático” es más frecuente en hombres que en mujeres (aunque bastante raro en ambos casos). El estudio PISA estaba dirigido a estudiar la población de estudiantes en general (no los matemáticamente superdotados), de modo que no puede decirnos mucho sobre este punto en particular. Más aun, los datos de los tests de inteligencia indican que los hombres son mejores –no en matemáticas en general- sino en determinadas tareas que requieren visión espacial. Curiosamente, el estudio PISA muestra que sigue existiendo una diferencia a favor de los chicos en geometría (incluso en países relativamente igualitarios).

Sin embargo, la situación respecto al VG es diferente. En primer lugar, una prueba de compresión en lectura se parece más a un test que a un examen, en cuanto a que no requiere estudiar previamente unos contenidos. En mi opinión, el hecho de el VG sea notable en Turquía y monumental en Islandia, sugiere que existe una diferencia biológica en este campo, a favor de las mujeres. Sugerir no es demostrar, pero este resultado concuerda con las superiores puntuaciones de las mujeres en las pruebas verbales de los tests. Aunque pudiera probarse que esta diferencia se debe a causas biológicas, eso no quiere decir que sea una consecuencia de la selección natural. Para probar esto necesitaríamos otro tipo de evidencia

Lo que sí nos dice el informe PISA (y otros estudios) es que el éxito académico de las mujeres tiende a ser mayor que el de los hombres cuando las condiciones sociales tienden a la igualdad de género. Esto posiblemente refleja que las chicas se adaptan mejor al sistema educativo vigente.



5 comentarios en “Mind the Gap (crónicas desde UW-Madison)

  1. (…) el hecho de el VG sea notable en Turquía y monumental en Islandia, sugiere que existe una diferencia biológica en este campo, a favor de las mujeres. (…) Aunque pudiera probarse que esta diferencia se debe a causas biológicas, eso no quiere decir que sea una consecuencia de la selección natural. Para probar esto necesitaríamos otro tipo de evidencia

    Hombre, teniendo en cuenta que las diferencias (presuntamente) biológicas de este tipo (debidas a la selección) tú las sueles llevar hacia el tema «diferentes estrategias reproductivas y de emparejamiento» pues claro, el asunto no es muy sugerente: según la opinión general, los hombres necesitan mucha labia para conquistar, mientras las mujeres pueden estar calladas y llevar escote, o incluso les va mejor estando calladas…

    … Es broma.

    De lo del raro talento matemático, para sacar conclusiones deberíamos conocer cuales son sus características cerebrales asociadas: porque cuando se trata de analizar casos muy poco frecuentes y que dependen de varias variables, la correlación a pelo con una de las variables ya sabes que es estadísticamente complicá.

    Saludos

  2. Es curioso, hace unos días estaba cenando con unos amigos -profesores de Biología en la universidad de Cornell- y ambos parecían muy convencidos por los argumentos de G. Miller («The Mating Mind»), sobre el poder de la selección sexual para explicar casi todos las características de los humanos (la inteligencia, el arte y mucho más).
    A mí me parece una idea interesante, pero bastante difícil de probar. Aunque pueda parecer lo contrario, yo soy bastante escéptico sobre casi todo.
    Saludos

  3. «bastante escéptico sobre casi todo.»

    Hombre, eso es una buena recomendación de cualquiera. 🙂
    Leyendo a Darwin se saca la clara impresión de lo convencido que estaba de que las «razas» humanas, o sea nuestro aspecto físico como perteneciente a una población, tenía ese origen (hablo de memoria, no tengo citas a mano). También parece una buena idea, y tampoco creo que sea fácil probarlo (no sé si se ha probado).
    El libro que dices no lo he leído. Lo apunto. Y gracias.

  4. Se me olvidaba comentar respecto a PISA, que en realidad no intenta evaluar conocimientos académicos como se entienden estos en España, al menos respecto a lengua y matemáticas, sino la capacidad de realizar tareas concretas aplicando la competencia en lengua y matemáticas, tareas que puedan parecerse lo más posible a las de la vida diaria (la vida diaria de un adulto educado de nuestra cultura, más bien supongo).
    Eso en sí mismo ya es una razón suficiente para explicar parte del mediocre resultado de España, donde la enseñanza ni por asomo está orientada a desarrollar esa clase de habilidades, todo lo contrario.
    Por supuesto PISA tampoco pretende medir la inteligencia en sí misma, como bien dices. Un artículo que leí lo definía como lo aprendido pero «desde que se nació», lo que incluye el colegio y lo demás.
    El resto de las matizaciones que haces me parecen acertadas, y creo que coinciden en gran parte con las que yo hice.

  5. El problema de la «legitimidad» ideológica de los datos está cada vez más presente en Ciencia (o lo estuvo siempre) aunque cada vez más pasa o trata de pasar desapercibido. Coincido rotundamente y aplaudo tu posicionamiento tal como se refleja en esto que has dicho:

    «Me parece importante recordar que la “filosofía fundacional” de este blog no es favorecer las explicaciones biológicas respecto a las de tipo cultural/social, sino tratar de examinar los datos y ver si podemos concluir algo o no (generalmente, no).»

    Por lo insisto en la formación filosófica de los científicos. Al menos, si optan por una «filosofía» subjetiva o dogmática o la que sea… que lo declaren y no que parezca que con la etiqueta de científicos tienen de sobra… Luego, con un poco más de tiempo, echo un vistazo a los enlaces del post.
    Un saludo.

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