Optimistas de nacimiento

optimista

Mi amiga Alejandra es una optimista incurable. Donde los demás vemos problemas, ella ve oportunidades. Cuando para los demás truena, para ella hace sol. Debo decir que esta actitud de mi amiga le resulta útil, en general, a pesar de que con bastante frecuencia sus predicciones no resultan acertadas. Paradójicamente, aunque su optimismo no constituye una base de conocimiento fiable, suele ser bueno para ella. Pero no se trata de una estrategia. Sucede que mi amiga es así.

La polémica del vaso medio lleno o medio vacío lleva rondándonos milenios (seguramente decenas de milenios). Es evidente que algunas personas manifiestan un sesgo al valorar los aspectos positivos/negativas de cada cuestión y ese sesgo suele ser consistente ¿Por qué mi amiga Alejandra es así?

Curiosamente, el Modelo Social Estándar no se había inventado hasta ahora una explicación (naturalmente, ambientalista) para este tipo de personalidades (es posible que sí la haya inventado y yo la desconozca). Hablando en serio, no puede descartarse que determinadas condiciones sociales o educativas influyan, aunque no está nada claro cuáles son estas condiciones. En cambio, que los genes ejerzan una poderosa influencia sobre este carácter constituye una afirmación cada vez más sólida y avalada por una notable evidencia experimental.

Un artículo publicado en los Proccedings of the Royal Society B nos trae una nueva pieza de evidencia en este sentido. Según estos investigadores, algunos individuos tienden a evitar selectivamente la información que les resulta emocionalmente negativa, y este sesgo parece estar asociada a la variante alélica larga (L) de un transportador de serotonina. De nuevo, esta tendencia parece estar asociada a un alto nivel de sociabilidad y bienestar psicológico.

Evidentemente, las cosas son bastante más complejas. Hay otros genes y otros neurotransmisores implicados. Lo que cada vez está más claro es que los genes determinan (en parte) aspectos importantes de la personalidad.

El trabajo aquí:

12 comentarios en “Optimistas de nacimiento

  1. ¿Me pregunto si la sociedad actual en la misma medida en que su complejidad se ha ido incrementando y ha necesitado (bajo sus propios parámetros y condiciones) de la famosa división del trabajo, es «escenario» propicio para que la selectividad aumente de modo creciente la presencia de individuos con esas características? ¡Sería «genial» poder montar un experimento o realizar al respecto una estadística (si es que no se ha hecho y no estoy enterado)! Creo de todos modos que el papel «catalizador» (no sé si esta denominación es válida) de la sociedad establecida y de lo que la mueve hacia «adelante» debe ser significativo en la «evolución» humana o en la canalización de la misma. Monod deducía la hipótesis de una degradación del conjunto humano de una de las tendencias manifiestas en la sociedad industrial contemporánea que llevaría a algo como lo que sugiero en este caso en relación con «la variante alélica larga (L) de un transportador de serotonina». Y la hipótesis explicativa parece ir por ahí («alto nivel de sociabilidad y bienestar psicológico»).

    La inercia parece llamar a la inercia… Yo lo veo inevitable. Me refiero a que pasemos por ese «trago» y sin negar que «algo» pueda dar lugar a una inflexión… que no me atrevería por muchas razones a adjudicarle positividad o negatividad; que se produzca un efecto «rebote» o algo así… Y no digamos si esa característica genética fuese además controlada por un grupo dominante… (¿Ciencia Ficción, tal vez?)

  2. No tengo objeciones que poner a que el tono vital de las personas, optimista o pesimista de forma incurable, responda (en parte, desde luego) a su «constitución genética». Sin embargo, me gustáría hacer la siguiente observación:
    Los optimistas constitucionalmente incurables quizá sean adaptativamente más eficientes. Me parece posible, e incluso probable. Sin embargo, el punto de vista pesimista (algunos diríamos «realista», porque constitucionalmente somos así 🙂 ) es seguramente más eficiente para la supervivencia colectiva.
    Quiero decir, que «ponerse en lo peor» es lo único que en ocasiones difíciles puede salvar de la catástrofe.
    Yo tendría respecto a esto algunas cuestiones:
    ¿Se aplica aquí una variante del «dilema del prisionero»? ¿Lo adaptativo individualmente hablando es más peligroso y ciego a la larga para el conjunto de actores involucrados?
    ¿La variante genética individual «ver el vaso medio vacío» tiene también ventajas adaptativas individuales, o sobrevive porque sí, gracias a la deriva y la neutralidad, porque el optimismo congénito no es lo bastante ventajoso para eliminarlo?
    Lo que me lleva a una de mis hipótesis favoritas, aunque admito que gratuitas, ya que no puedo contrastarla: ¿La selección de grupo puede tener algo que decir en un contexto fuertemente social y condicionado culturalmente, como es el humano?

    Mi excusa para las consideraciones ociosas como ésta es que es sábado, y en algo se tiene que notar. Y que Pablo es un tipo hospitalario, que da cancha con mucha tolerancia. Feliz fin de semana…

  3. Hola Aloe,
    Siempre es un placer leer tus cometnarios. En cuanto a la cuestión que planteas, no estoy seguro de que el hecho de ser optimista sea «adaptativo» en el sentido evolutivo de la palabra. Es una posibilidad, pero no creo que se pueda dar por hecho. La variabilidad en un gen puede existir simplemente por qué sí (la variablidad se genera sola y muchas veces la SN no actúa para eliminarla). En cuanto a la selección de grupo, en las últimas décadas ha sido una «anatema» en Biología Evolutiva, aunque también hay algunas voces críticas la respecto.
    La verdad es que no sé.
    Un abrazo

  4. Supongo que si se demuestra una herencia de facetas de la personalidad y por tanto hay genes implicados habrá variabilidad y posibilidad de selección.

    Una persona muy optimista que no tome precauciones ante el peligro o otra tan timorata que no se atreva a dar un paso son dos casos extremos que va a ser perfectos candidatos a no dejar descendencia numerosa. Y entre esos dos extremos la selección dependerá del ambiente sin que sepamos a priori que proporción de optimismo/pesimismo es más eficaz para sobrevivir.

    De hecho el conejito tiene que esconderse en su madriguera sin peligro, pero no se puede pasar allí el día sin comer. Así que cada conejito puede ser una apuesta sobre si salir a campo abierto o protegerse.

    Y si sabemos que unos neurotransmisores o receptores de más o de menos inciden en tanta medida en la personalidad sería raro que no hubiera genes implicados.

    surscrd

  5. El hecho de que una persona sea optimista puede resultar «favorable» en el sentido de aumentar su bienestar psicológico; una cosa distinta es que aumente su «prolificidad». Sin negar esa posibilidad, necesitaría pruebas de ello para convencerme.
    Si encontramos variabilidad en un carácter, como es el caso de la variante larga del transportador de serotonina, podemos pensar: a) que el alelo largo es «neutral» y por lo tanto su frecuencia seguirá oscilando a menos que se fije por deriva genética; b) que el alelo contribuye al fitness y que está en proceso de fijación; c) que existe selección dependiente de frecuencia, la cual mantiene el alelo dentro de un rango de frecuencias.
    De nuevo, en este caso me temo que no hay datos suficientes para decidir.
    Saludos

  6. Primero, si la de la foto es Alejandra, te diría que es una linda chica.
    Segundo, coincido con tu enfoque y es más recordemos las hipótesis de Willam Sheldom y tantos otros sobre los tipos humanos. Si bien no apuntaban específicamente al tema genético estaba implícito en el planteo.
    Tercero, es una interrogación; ¿qué papel tiene en todo esto el hipotálamo? para mí, el olvidado apéndice todopoderoso del cerebro.

  7. gracias a este post acabo de descubrir el origen del optimismo antropológico de mi mujer, de su positivismo contra toda lógica y de su irreductible capacidad de olvidar cualquier hecho negativo de su vida.
    ¡Y yo que creía que era extraterrestre!

  8. No creo que los optimistas no piensen en lo peor o sean unos inconscientes que no se dan cuenta de los problemas o los peligros. Creo que, una vez que calibran el problema, intentan buscar una solución. No vale de nada hundirse cuando hay un problema y torturarse con la mala suerte que uno ha tenido. Hay que superarse para salir de una situación negativa, por tremenda que sea. ¿Me ha quedado si casa? Pues no voy a llorar por la pérdida, voy a intentar buscar alojamiento y hacer un gran esfuerzo para que no cambie demasiado mi vida. La tristeza sirve de muy poco, hay que intentar que desaparezca. El pesimismo me parece muy poco adaptativo. ¿Me ha quedado sin casa? pues seguro que ahora se pone a llover, y me resfriaré. Nunca saldré de esta situación.

Deja un comentario