Ciento nueve premios Nobel se reunieron el otro día y escribieron un manifiesto durísimo contra la organización ecologista Greenpeace (cualquiera puede sumarse aquí). Estamos de acuerdo con muchas de vuestras reivindicaciones -vienen a decir los laureados- en particular con la importancia de atajar el cambio climático, pero en el tema de los transgénicos os habéis pasado unos cuantos pueblos. Y el problema no es sólo que os paséis la evidencia científica por ahí abajo, sino que la irracional campaña anti-transgénicos se ha convertido en un obstáculo para la lucha contra la malnutrición: si dejarais que se cultivara arroz dorado (rico en pro-vitamina A) habría muchos menos niños ciegos… ergo sois culpables de crímenes contra la Humanidad. Greenpeace ya ha respondido de forma bastante virulenta, por boca de su portavoz Wilhelmina Pelegrina. La mantenemos y no la enmendamos. Los ecologistas tenemos razón y los laureados no sabéis de qué están hablando. Los transgénicos son malos. Fin de la cita.
Vayamos al grano. Los científicos tienen razón. Las plantas transgénicas son tan seguras como las convencionales; posiblemente más, porque han pasado unos controles super-estrictos y super-costosos. Después de 25 años y millones de hectáreas cultivadas nadie ha podido demostrar que los transgénicos causen el menor daño a las personas o al medio ambiente. La tecnología del DNA recombinante nunca ha perjudicado a nadie. Bueno, a Bill Clinton sí, pero eso es otra historia. El tema ha sido estudiado hasta la saciedad y empieza a aburrir. Los transgénicos son seguros. Fin de la cita.
Hace unas semanas contactó conmigo un periodista que estaba escribiendo un artículo sobre este tema (el artículo aquí). Pregunta: si los transgénicos son seguros por qué tienen tanto rechazo. Respuesta: no tengo ni idea. Eso se lo tienes que preguntar a los científicos sociales y la pregunta es “si los transgénicos son demostrablemente seguros, por qué lo anti-transgénicos han ganado la batalla mediática”. La gente cree en cosas muy raras. Algunos, incluso creen en Dios. O sea, que el proceso de formar opiniones no parece ser estrictamente racional. La emotividad cuenta. Si nos presentan una buena historia con un Malo de película (Monsanto) que conspira para hacerse con el control de la Humanidad a través de la Agricultura y que es muy, muy poderoso. Esa historia es irresistible. Yo no estoy diciendo que el comportamiento de Monsanto sea modélico. Las compañías grandes tienden a hacer de las suyas si les dejan, ya sea Monsanto o Google o Microsoft. Pero eso no tiene nada que ver con los transgénicos. No vamos a estar en contra de los ordenadores porque Microsoft abuse de su posición.
Y, sí, el mundo es injusto. Hay muchas personas que nacen en una situación de pobreza y están jodidas. Y habría que ayudarlas, pero de verdad, no en plan retórico. Seguramente Monsanto tiene una posición de cuasi-monopolio que habría que revisar. Pero de esto no se sigue que la Biotecnología sea mala. Todo lo contrario, la Biotecnología es buena, y segura y la necesitamos, además de otras muchas cosas. Para luchar contra la pobreza necesitamos que no haya guerras, que los gobiernos no sean corruptos y administren sabiamente el dinero, que las instituciones del ramo (FMI, Banco Mundial, FAO, ONU, etc…) hagan bien su trabajo, que las compañías mineras no interfieran con los gobiernos en países en desarrollo (diamantes, coltán…), que los aranceles agrícolas no machaquen a los países pobres, que las armas no se vendan descontroladamente, que las grandes potencias no apoyen a gobiernos infames por intereses estratégicos… y también que los científicos desarrollen nuevas variedades de plantas más productivas, más resistentes a enfermedades y con mejores características nutritivas. La Biotecnología podría contribuir a esto último (si la dejan), aunque por supuesto no es LA SOLUCION. Pero es que cuando un problema es complejo no hay nada que sea LA SOLUCION. Como mucho, hay cosas que pueden contribuir a LA SOLUCION. Y la Biotecnología es una de ellas. Si la dejan.
Como el arroz dorado. Un arroz transgénico que contiene cantidades muy considerables de beta-caroteno, por eso tiene un color dorado. Su consumo podría mejorar la situación de muchas personas, porque la deficiencia en esta sustancia es frecuente y produce ceguera. Greenpeace se ha opuesto con uñas y dientes porque no es LA SOLUCION, dicen, la SOLUCION es que todo el mundo tenga una dieta rica y variada y no que tengan que consumir un cultivo transgénico. Pero mientras esta solución ideal no llega, lo siento, tendréis que quedaros ciegos o ver cómo vuestros hijos se quedan ciegos. Greenpeace va un paso más allá y dice que no se ha demostrado que el beta-caroteno del arroz dorado se convierta en vitamina A en el organismo del consumidor. Lo que pasa es que el beta-caroteno de cualquier fuente (p.e. las zanahorias) se convierte en vitamina en el organismo de cualquier humano que lo consuma. Es como si obligaran a demostrar que el Viagra funciona en Bhutan. La Madre que los parió.
Lo que tendrían que hacer los de Greenpeace está clarísimo. Reconocer que se han equivocado, que la evidencia sobre la seguridad de los transgénicos es apabullante y que la Biotecnología debería aplicarse cuanto antes a conseguir nuevas variedades que CONTRIBUYAN a mejorar la vida de las personas ¿Es tan difícil rectificar? Y dicho esto, seguir presionando para que se afronten los verdaderos problemas medioambientales, que son muchos y muy serios. Y seguramente los 109 laureados (y la inmensa mayoría de la comunidad científica) estarán codo con codo en esa lucha.
Pero lo que ocurre de momento es todo lo contrario. Los activistas se han convertido en políticos profesionales. Mal asunto.
Enhorabuena por la resurrección del blog. Matilde
Gracias