La idea de que los chimpancés pueden aprender a hablar si alguien se toma la molestia de enseñarles, se remonta a los tiempos de Darwin. Por supuesto, tal empresa ha sido acometida muchas personas desde entonces. En varias ocasiones una cría de chimpancé ha sido ‘adoptada’ por científicos humanos, que han tratado de enseñarle a hablar como si de un niño se tratase. El resultado ha sido idéntico en todos los casos: los chimpancés son incapaces de aprender más de dos o tres palabras, y eso con tremendas dificultades. Hasta los años cuarenta del siglo XX el consenso entre los expertos era absoluto: los chimpancés no hablan en su medio natural y son incapaces de aprender, incluso en presencia de dedicados cuidadores humanos.
Sin embargo, en los años sesenta, Allen y Beatrice Gardner, de la Universidad de Oklahoma intentaron una estrategia alternativa[1]. Estos investigadores razonaron que tal vez los fracasos anteriores no se debían a la falta de capacidad ‘mental’ de los chimpancés, sino más bien a las limitaciones impuestas por el aparato fonador de estos animales. Basándose en algunas observaciones aparecidas en la literatura científica, sobre la tendencia de los chimpancés a comunicarse con gestos, decidieron intentarlo con el ‘ameslan’, el lenguaje americano de signos que emplean habitualmente los sordomudos para comunicarse. Fue una buena idea. Tras cuatro años de intenso entrenamiento, Washoe, que así se llamaba, fue capaz de aprender la friolera de 132 signos. Esto supuso una verdadera revolución en el campo de la comunicación animal. El consenso entre los expertos pasó de ‘los chimpancés no pueden aprender a hablar’ a ‘los chimpancés pueden aprender a hablar con tal de que se utilice un sistema adecuado a sus características fisiológicas’. Hay que añadir que el ameslan, al igual que otros lenguajes de signos, constituye un idioma tan complejo y articulado como el inglés o el español.
Washoe murió el 30 de octubre a los 42 años, una edad muy avanzada para un chimpancé
El anuncio de su funeral aquí:
http://www.friendsofwashoe.org/
[1] Gardner, R.A. and Gardner, B.T. (1969) “Teaching sign language to a chimpanzee” Science 165:664-67
Salud:
Los chimpancés y bonobos como Washoe que aprenden cierto número de signos lingüísticos con los que establecer comunicación, lo hacen en ambientes muy enriquecidos estimularmente que ya los quisieran para sí algunas aulas de educación especial (o no tan especial) de seres humanos. ¿Hasta qué punto es legítimo esto? Desde un punto de vista estrictamente científico y positivista, nada que objetar. Desde un punto de vista ético, se nos plantean algunas dudas, con todo el respeto para las especies que pueblan el planeta. La primera es: ¿qué derecho tenemos nosotros a inmiscuirnos en la vida de un chimpancé? ¿Acaso no estaría más «feliz» sin la interferencia humana y en su ambiente natural siguiendo su propia evolución?
La segunda es más específica: ¿no estarían mejor gastados esos cuartos en escolarizar a los amplios sectores de latinoamérica, Asia y África que en intentar enseñar a hablar a un simpático chimpancé? ¿Son ‘peores’ nuestros cachorros simios -niños- que los de otras especies? ¿Hemos de invertir recursos de nuestra especie, a costa de nuestros vástagos, en las de otras, para reconvertirlas en aprendices de ‘homos’? Quizás, con no exterminarlas y dejándolas en paz, tendríamos el 99% del camino andado…
Washoe, q.e.d.
Ciertamente, los experimentos con animales siempre son cuestionables, aunque no creo que Washoe tuviera una mala vida (supongo que más bien lo contrario, pero no lo sé).
La segunda observación la comparto en mucha menor medida. Se entiende que los fondos empleados en el Proyecto Washoe se detraen de otros proyectos de investigación, no de fondos sociales. Sin duda, uno puede cuestionar la utilidad social de la investigación frente a otros gastos. Pero si nos referimos al proyecto concreto, la cuestión, la pregunta es si era científicamente relevante o no.
Salud
Según tengo entendido, los experimentos con Washoe y otros colegas suyos han sido muy criticados años después, por la metodología, los resultados presuntamente demostrados, y no sé si más cosas.
Si no recuerdo mal, las críticas rechazaban que los chimpancés usen realmente ese lenguaje aprendido espontáneamente, y que comprendan de verdad lo que están haciendo: que puedan construir frases combinando palabras, que tengan algún «sentido» de la sintaxis. Que en definitiva hayan ido más allá de aprender un comportamiento en respuesta a un estímulo (algo como «la cuidadora se alegra y me premia cuando hago este signo en respuesta a esta situación… mmm, ahora lo he pillado, pues nada, haré lo que quiere»).
Ahí es donde yo me había quedado en la historia de Washoe, pero como no mencionas ese aspecto, me quedo sin saber si realmente se han reproducido estos resultados más veces, o a qué conclusión se ha llegado (si se ha llegado a alguna) en el tema.
Tienes mucha razón. La mayoría de los investigadores piensa ahora que aunque los chimpancés pueden aprender un buen número de símbolos, no «pillan» la sintaxis. No quise entrar a fondo en el tema ¡Pobre Washoe!
Descanse en paz, ese conato de humano….