Una Raza Humana

 

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La cuestión de las diferencias genéticas entre poblaciones humanas es, como todo el mundo sabe, de naturaleza inflamable. Algunos han llegado a proponer explícitamente que la cosa no debería menearse ni investigarse, ya que es probable que los datos sean utilizados de forma tendenciosa e inapropiada. Admito que los reparos en este sentido no dejan de tener un punto de razón. No obstante, la filosofía fundacional de este blog es la contraria: los temas delicados deben abordarse (a ser posible, con tacto, pero abordarse). Por ello quiero expresar mi admiración hacia el equipo que dirige el profesor Quintana-Murci, del Instituto Pasteur de París, por su valentía al analizar el espinoso tema de las diferencias genéticas entre poblaciones humanas actuales (Barreiro et al., 2008). También hay que celebrar que sus conclusiones coincidan de manera tan reconfortante con lo políticamente correcto.

 

Estos investigadores han empleado una moderna técnica de análisis genético denominada SNPS (Single Nucleotide Polymorphisms) que consiste en localizar zonas del genoma en la que existen variaciones en puntos concretos entre los diferentes individuos. Estas variaciones se alejan de lo que podríamos esperar si se produjeran al azar. Esto indica que la selección natural deja huella en los genes, la cual puede ser analizada con técnicas como la descrita. Por cierto, si alguien sigue pensando que la teoría de la evolución es imposible de contrastar y que el concepto de selección natural es tautológico, debería ponerse al día.

 

En resumen, estos investigadores han identificado unos cincuenta genes con fuertes indicios de haber sido objeto de “selección positiva” reciente. Algunos de estos genes están implicados en características fenotípicas muy aparentes, como el color del pelo y la piel. Este tipo de caracteres son los que se emplean habitualmente para la definición de “razas”. Fuera de ese grupo, se han identificado también genes responsables de diversas actividades metabólicas, como por ejemplo la predisposición a obesidad y a diabetes de tipo II y genes posiblemente implicados en la resistencia a enfermedades. Estos resultados están en línea con la idea de que las diferencias genéticas entre poblaciones humanas son, en realidad, muy “superficiales” y se deben, sobre a la adaptación de la poblaciones locales a las condiciones de insolación y a las enfermedades prevalentes en cada zona. Según esto, la variabilidad entre poblaciones sería comparativamente pequeña comparada con la variabilidad dentro de una misma población (idea que ya fue propuesta por Richard Lewontin utilizando técnicas genéticas mucho menos poderosas que las que hay en la actualidad).

 

Sin embargo, a pesar de lo “reconfortantes” que son estos resultados, conviene recordar que el grupo más numeroso de genes que posiblemente han tenido selección positiva son de función desconocida. Habrá que esperar para llegar a una conclusión definitiva. Sin duda, las cosas serán más fáciles si se mantiene la corrección política (y celebro que sea así), pero si no lo son, ¿qué debería hacerse?

 

 

 

 

 

 

 

Barreiro, L.B., Laval, G., Quach, H., Patin, E., and Quintana-Murci, L. (2008) Natural selection has driven population differentiation in modern humans. Nat Genet.

10 comentarios en “Una Raza Humana

  1. Pues… nada: lo que ya se viene haciendo. Apoyarse en interpretaciones o reinterpretaciones ideológicas de las evidencias para justificar políticas racionales.

  2. Crítica constructiva 🙂 los SNPs no son una técnica, son un hecho (un polimorfismo en un nucleótido). Las técnicas basadas en el análisis de SNPs son varias, aunque la más popular son los «chips» genéticos. Y ésta es justo la técnica que se emplea en el proyecto Hap-Map, que es el marco de la publicación que citas.

    Respecto a la pregunta «¿qué debería hacerse?». Yo creo que aceptarlo y utilizarlo científicamente y no llevarlo al terreno político. ¿Que se demuestra que hay diferencias sustanciales que delimitan grupos étnicos? Pues perfecto. Dichos grupos deberán ser muy homogéneos y estar muy aislados y – de existir – se contarán con los dedos de una mano. Mientras no se manipule para presuponer que un grupo sea mejor/superior (y por tanto sujeto a distintos derechos) que otro, todo en orden.

    Un ejemplo de mi parcela: hay polimorfismos asociados con una predisposición al cáncer superior a lo normal. Si sé que tal polimorfismo es muy específico de poblaciones de origen eslavo, no me tomo la molestia de perder tiempo y dinero en tratar de identificarlo en un español sin familiares eslavos, pero la cosa cambia si se trata de un hijo de un matrimonio mixto. Dicho polimorfismo determinará el seguimiento del individuo y, si enferma, la terapia preferente. Luego tales diferencias, por pequeñas que sean, son muy útiles siempre y cuando no traspasen el ámbito de la ciencia, del que nunca deberían salir.

  3. El racismo y el nazismo llevaron a tantos muertos que se ha querido negar hasta lo evidente: hay razas que se diferencian en unas cuantas características visibles y que no tienen ninguna barrera con las otras, de manera que decir que se pertenece a una raza o a otra es tan arbitrario como que a Barack Obama los negros lo verán blanco y los blancos, negro.

    Creo que estamos condicionados por el hecho de que las diferencias observables nos den una idea de lo cercano o distante que está una persona de nosotros en parentesco. Ha habido un aislamiento geográfico de siglos y nada más. ¿Por qué negar eso?

    Pero suponer que si alguien es diferente en pigmentación o en morfología va a ser radicalmente diferente en todo lleva al error. Y suponer que se le pueden negar derechos humanos lleva al crimen.

    surscrd

  4. Hay otra cuestión, que quería haber comentado en el artículo anterior, pero que es igualmente válida aquí. Aparte de la cuestión de igualdad de derechos con independencia de igualdad genética o no, que ya mencionaba Pablo, está la de la privacidad de datos.

    En realidad el escenario que pinta el artículo ya está aquí, pero de forma más sutil. Las aseguradoras no tienen emociones, les da igual que tu grupo étnico sea una raza o no. Lo que no les da igual es que tengas una mayor o menor predisposición a padecer ciertas enfermedades. Ese es un criterio pragmático para su uso «racista» (si se me permite este abuso del lenguaje) y por suerte no se solapa bien con los grupos étnicos que la mayoría tiene en la cabeza. La única salida es la protección de datos genéticos (sean del tipo que sean) a cualquier precio. Hoy por hoy, tal protección deja bastante que desear.

    Así que volviendo al tema del artículo: sepamos cuanto más, mejor. Y si existen las razas desde el punto de vista científico, bienvenidas sean, pero que la información privada de pertenencia a un grupo u otro no sea exclusiva del afectado y quizá – previo consentimiento – su médico.

  5. hurakanpakito:

    Las aseguradoras pueden negarse a pagar porque usted conocía en el momento de contratar el seguro que tenía una probabilidad mayor que la media de padecer tal o tal.

    O pueden incluir una cláusula en ese sentido.

  6. Es lo mismo peligro de siempre, la utilización ideológica de la ciencia, como arma arrojadiza. En éste caso en concreto no me preocupa demasiado porque como indicas en el artículo, todo parece apuntar a que las diferencias son nimias. Y con examinar un poco la teoría de la evolución se predice que así será.

    Desde un punto de vista filosófico, tampoco hay muchas diferencias: ¿en qué sentido se puede utilizar ésta información? Vienen siempre a la mente los prejuicios de «inferioridad» y «superioridad», el sentimiento de grupo (que también tiene su explicación psicológica y biológica), etc. Pero dichos juicios de valor desde un punto de vista filosófico no se sostienen a un mínimo escrutinio: ¿qué es superior respecto a otra cosa? ¿existe una escala de valores trascedental para medir el valor de una cosa u otra?

    La respuesta es negativa: la superioridad no existe, es un constructo idealista (otro más), probablemente de origen natural. Pero desde un punto de vista de la razón todas esas cosas son tonterías.

    Ahora, si algún imbecil persiste en querer utilizar cierta información para justificar sus prejuicios irracionales, lo único que podemos hacer es lanzarle la verdad. Algo me dice que ello no sería suficiente, pero es que contra la irracionalidad las razones (científicas o no) no valen. Así que en la práctica poco va a cambiar: unos lo utilizarían falazmente cual «creacionista» con su complejidad irreductible, y los sensatos no temerán nada.

    Desde un punto de vista pragmático si puede ser peligroso, como el mentado caso de las aseguradoras. Siempre que haya alguien por en medio que pueda ganar (o ahorrar) capital utilizando de forma partidaria esa información surgirá el conflicto. En ese caso tan sólo podemos aferrarnos a una ética de la justicia y a la protección de la información. Ésto último es «fácil» de conseguir si se trata de diferencias individuales, pero si se apunta a razas completas, podría ser catastrófico. La complejidad del tema creo que se sale de ésta conversación: habría que examinar cuales son las causas que llevan a los individuos a tomar decisiones injustas con el fin de conseguir mejores resultados, donde reside verdaderamente el error.

    Sin embargo ya existen casos así: ¿por qué los jovenes tenemos seguros más caros? ¿Porque la siniestralidad debido a la insensatez de un sector de la población sea más alta la tenemos que pagar todos? Lo dicho, la base del problema se escapa al tema de la genética, es mucho más amplio.

  7. Sursum: «pueden negarse a pagar porque usted conocía». No pueden si no saben lo que tú sabes, y no pueden saberlo si la protección de datos es eficaz.

    Nacho: «si se apunta a razas completas, podría ser catastrófico». Entendiendo «raza» como algo que concuerde con nuestra percepción subjetiva de esa palabra; sí. Si hay que recurrir al perfil genético para determinar la pertenencia a una «raza»; no. Pero en general, sí, ahí estaría el peligro. Por fortuna (esto es opinión), parece que los «caucasianos» tenemos una mayor predisposición a padecer una mayoría de enfermedades, con base genética, relevantes para la salud pública (p.e. las autoimmunes, las autodegenerativas). Aunque seguramente eso es debido por una parte a que las enfermedades que más afectan a los «caucasianos» son las que más se investigan, y por otra, a que la esperanza de vida en la mayoría de los países menos desarrollados no alcanza para que aparezcan masivamente las enfermedades con base genética que más preocupan en los países desarrollados. Podría cambiar en el futuro.

  8. Hurakanpaquito: Estoy de acuerdo contigo. Hace poco pensaba algo parecido respecto al CI: desde que los asiáticos son quienes sacan las mejores puntuaciones, ya se va relativizando un tanto el valor absoluto del CI, y se leen más a menudo matizaciones respecto a su valor absoluto, forma de cálculo, valor comparativo, etc. Claro que lo mismo es casualidad… 🙂

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